Ahozko tradiziotik etorritako ipuina:

«Artzainaren asmakizuna»

Cuento de tradición oral: 

«La adivinanza del pastor»

Cuento de tradición oral:

«La adivinanza del pastor»

Cuentos al amor de la lumbre. A.R. Almodóvar

Pues, señor, esto era un rey que tenía una hija que siempre estaba muy aburrida y nada ni nadie conseguían distraerla. El rey decidió que tenía que casarla y publicó un bando diciendo que aquel que le propusiera a la princesa un acertijo que fuera incapaz de adivinar se casaría con ella. Pero que mataría a todo el que ella se lo acertara.

De todas partes vinieron príncipes y nobles a proponerle acertijos a la princesa, pero a todos se los acertaba y a todos les daban muerte.

Un pastor que vivía cerca del palacio se enteró de lo que ocurría y fue y le dijo a su madre:

-Madre, prepáreme usted el almuerzo para el camino, que me voy a decirle un acertijo a la princesa, a ver si me caso con ella.

-¡Pero, hijo, tú estás tonto! -dijo la madre. ¿Cómo vas tú a hacer eso cuando han fracasado todos los grandes señores que han venido de todas partes?

-No importa, madre -replicó el pastor. Arrégleme usted el almuerzo, mientras voy por la burra.

La madre se quedó muy triste, y como prefería que su hijo muriera por el camino antes que lo ahorcara el rey, envenenó tres panes y los echó en el zurrón. El pastor cogió su escopeta, se montó en la burra y se marchó.

Cuando iba de camino, se le levantó una liebre. Apuntó con su escopeta, pero no le dio. En cambio, sí dio a otra liebre que pasaba por allí, y la mató. Entonces se dijo: «Ya llevo una parte del acertijo: Tiré al que vi y maté al que no vi». Luego se dio cuenta de que la liebre estaba preñada. Le abrió la barriga y le sacó los gazapos. Los puso a asar y se los comió. «Pues ya tengo otra parte del acertijo -pensó: Comí de lo engendrao, ni nacío ni criao».

Mientras él se comía los gazapos, la burra se comió los tres panes envenenados. Reventó y se murió. Luego llegaron tres grajos y se comieron las tripas de la burra muerta, de manera que se murieron también, y el pastor dijo: «Pues ya tengo para acabar el acertijo: Mi madre mató a la burra y la burra mató a tres».

Conque siguió andando y cuando llegó al palacio pidió licencia para hablar con la princesa, diciendo que quería echarle un acertijo. Se lo concedieron y cuando estuvo delante de ella, le dijo:

Tiré al que vi

y maté al que no vi.

Comí de lo engendrao,

ni nacío ni criao.

Mi madre mató a la burra

y la burra mató a tres.

Aciérteme usted lo que es.

La princesa estuvo mucho tiempo venga a pensar, venga a pensar, pero por más que discurría no daba con lo que era. Su padre le concedió tres días de plazo, y entre tanto el pastor se quedó a vivir en una habitación del palacio.

La primera noche la princesa envió a una de sus doncellas a la habitación del pastor, a ver si conseguía que le revelara el acertijo. La doncella se llegó hasta la cama y dijo:

-Señor, vengo a que me diga usted el acertijo.

El pastor no le dijo ni que sí ni que no, pero durmió con ella y por la mañana todavía no había soltado prenda.

A la noche siguiente mandó la princesa a otra de sus doncellas, y le ocurrió lo mismo que a la anterior. Por fin lo intentó ella misma y el pastor le dijo que se lo revelaría al amanecer. Pero, cuando se despertaron, ya habían transcurrido los tres días, y el pastor dijo que no tenía por qué revelar su adivinanza. Más tarde el rey le dijo a la princesa:

-Pues bien, el pastor ha ganado. Y como yo tengo que cumplir mi palabra de rey, te casarás con él inmediatamente.

Pero la princesa protestó y dijo que no estaba dispuesta a casarse con un pastor, a menos que fuera capaz de hacer tres cosas. Si no, lo mataría. Preguntó el pastor qué tres cosas eran y contestó la princesa:

-Primero tienes que llevarte al campo cien liebres, ponerlas a pastar y volver con ellas a la tarde, sin haber perdido ninguna. Así durante tres días. Después tienes que encerrarte en una habitación con cien panes y comértelos todos en un día. Y en tercer lugar, tienes que separar el grano de cien fanegas de trigo mezcladas con cien fanegas de cebada, en una noche.

Y todavía la princesa añadió una cosa más:

-Por último, tendrás que llenar un saco de embustes tan grandes, que nadie diga que pueden haber sido verdad.

El pastor salió muy afligido del palacio, pensando que de nada le había servido el acertijo, cuando se encontró con una hechicera, que le dijo: 
-¿Por qué estás tan apenado, hombre?

El pastor le contó todo lo que había pasado, y las cosas que ahora le pedían que hiciera, y ella le dijo:

-No te apures por eso, que yo te ayudaré. Toma esta flauta y sal mañana con las cien liebres. No tengas preocupación de que corran por donde les dé la gana. Cuando sea de noche no tienes más que tocar la flauta y todas acudirán corriendo a donde tú estés.

Así lo hizo el pastor. A las ocho de la mañana se fue con sus cien liebres y en todo el día no se preocupó de ellas. Cuando se fue haciendo de noche, tocó la flauta y al instante se presentaron todas y se fueron tras él hasta el palacio.

La princesa y todo el mundo se quedaron maravillados y decían:
«¿Cómo se las arreglará este para no perder ni una liebre en el campo?».

Al día siguiente el rey mandó a uno de sus criados, a ver si conseguía quitarle aunque fuera una sola liebre.

El criado se puso a decirle al pastor que le compraba una liebre por tanto y cuanto y el pastor decía que no tenía ningún interés en vender, y que no vendería por nada del mundo. El rey entonces decidió ir él mismo, disfrazado de aldeano. Pero el pastor lo reconoció y no dijo nada. El rey le preguntó que cuánto quería por una liebre, y entonces el pastor le dijo:

-No quiero dinero, sino que me dé usted un beso en el ojo del culo.

El rey al pronto se llenó de indignación, pero luego pensó que merecía la pena, con tal de que su hija no tuviera que casarse con un pastor. De manera que fue y le dio un beso en el ojo del culo, y el pastor entonces le entregó una liebre.

Pero, cuando el rey ya regresaba a su palacio con la liebre en los brazos, el pastor tocó su flauta y la liebre pegó un brinco y salió corriendo hasta donde estaba el muchacho.

El rey entonces dijo:

-Está bien. Ya has superado la primera prueba. Ahora te encerraremos en una habitación con cien panes, para que te los comas en un solo día.

Otra vez se puso el pastor muy triste, hasta que se le apareció la hechicera y le dijo:

-No te preocupes, hombre. Solo tienes que tocar la flauta y vendrán las aves y se comerán los cien panes.

Y así lo hizo el pastor. Tocó la flauta y al momento entraron por la ventana muchos pájaros de todas clases, que se comieron los cien panes sin dejar migaja.

El rey mandó entonces que encerraran de nuevo al pastor con cien fanegas de trigo mezcladas con cien de cebada, a ver si era capaz de separar los granos en una sola noche. El pastor se puso otra vez muy triste, pero se le apareció la hechicera y le dijo:

-Tú toca la flauta y échate a dormir, que pronto vendrán las hormigas a separar el grano de trigo del grano de cebada.

Y efectivamente, cuando el pastor despertó por la mañana vio dos montones a un lado y a otro de la habitación, cada uno de una cosa.

Conque se presentó ante el rey y ante toda la corte y dijo que ya había superado las tres pruebas.

-Sí -dijo el rey. Pero te queda llenar un saco de embustes tan grandes, que nadie diga que pueden haber sido verdad.

-Está bien -contestó el pastor. Pues esta y esta -señalando a las dos doncellas que se habían acostado con él- que vayan entrando en el saco, porque dormí con ellas a cambio de nada. Y la princesa también, porque también dormí con ella sin tener que cumplir lo prometido. Y su majestad también, porque le di una liebre a cambio de que me besara…

-¡Basta! ¡Basta! -gritó el rey. ¡Que ya está lleno el saco, que ya está lleno.

Ahozko tradiziotik etorritako ipuina:

«Artzainaren asmakizuna»

Bazen behin, beti oso aspertuta zegoen alaba bat zuen erregea, eta inork ere ez zuen lortzen hura entretenitzea. Erregeak erabaki zuen ezkondu egin behar zuela, eta bando bat argitaratu zuen esanez printzesari asmakizun bat proposatu eta asmatzeko gai ez zena harekin ezkonduko zela. Baina berak asmatzen duen oro hilko lukeela.

Alde guztietatik, printze eta nobleak etorri ziren printzesari asmakizunak proposatzera, baina denak asmatzen zituen printzesak eta guztiei ematen zieten heriotza.

Jauregitik gertu bizi zen artzain batek jakin zuen zer gertatu zen, eta amari esan zion:

-Ama, presta iezadazu hamaiketakoa biderako, printzesari asmakizun bat esango diot, ea harekin ezkontzen naizen.

– Baina, seme, ez izan tontoa! -esan zuen amak. Nola egingo duzu hori? Alde guztietatik etorri diren jaun handi guztiek porrot egin dute eta.

-Ez dio axola, ama -erantzun zion artzainak. Lotu hamaiketakoa, astoaren bila noa bitartean.

Ama oso triste geratu zen, eta erregeak urkatu baino lehen semea bidean hiltzea nahiago zuenez, hiru ogi pozoitu eta zurroira sartu zituen. Artzainak eskopeta hartu, astoaren gainean jarri eta alde egin zuen.

Bidean zihoala, erbi bat altxatu zitzaion. Eskopetarekin apuntatu zen, baina ez zion eman. Baina handik pasatzen zen beste erbi bati bai eman zion, eta hil egin zuen. Orduan esan zuen: «Badakit asmakizunaren parte bat: Tiré al que vi y maté al que no vi». Gero erbia haurdun zegoela konturatu zen. Sabela ireki eta erbikumeak atera zizkion. Erre eta jan egin zituen. «Ba badut asmatzearen beste zati bat -pentsatu zuen: Comí de lo engendrao, ni nacío ni criao».

Berak erbikumeak jaten zituen bitartean, astoak pozoitutako hiru ogiak jan zituen. Lehertu eta hil egin zen. Gero, hiru ipar-bele iritsi ziren, eta hildako astoaren tripak jan zituzten; beraz, hil egin ziren, eta artzainak amak egindakoa konturatuz, esan zuen: «Ba, badakit asmakizunaren  amaiera: «Mi madre mató a la burra y la burra mató a tres».

Oinez jarraitu zuen eta jauregira iritsi zenean lizentzia eskatu zuen printzesarekin hitz egiteko, asmakizun bat kontatu nahi ziola esanez. Eraman egin zuten, eta haren aurrean egon zenean, esan zion:

Tiré al que vi

y maté al que no vi.

Comí de lo engendrao,

ni nacío ni criao.

Mi madre mató a la burra

y la burra mató a tres.

Aciérteme usted lo que es.

Printzesa luzaroan egon zen pentsatzen eta pentsatzen, baina ez zuen asmatzen. Aitak hiru eguneko epea eman zion, eta bitartean artzaina jauregiko gela batean bizi izan zen.

Lehen gauean, printzesak dontzeila bat bidali zuen artzainaren gelara, ea asmatzea lortzen zuen. Dontzeila ohera iritsi zen eta esan zuen:

-Jauna, asmakizunaren soluzioa jakitera etorri naiz.

Artzainak ez zion esan ez baietz, ez ezetz, baina harekin egin zuen lo eta goizean oraindik ez zion egia kontatu.

Hurrengo gauean printzesak beste dontzeila bat bidali zuen, eta, aurrekoari bezala, gauza bera gertatu zitzaion. Azkenean, printzesa bera saiatu zen, eta artzainak esan zion egunsentian jakinaraziko ziola. Baina, esnatu zirenean, hiru egun igaro ziren, eta artzainak esan zion ez zuela zertan bere asmakizunaren berri eman. Geroago, erregeak printzesari esan zion:

-Artzainak irabazi du. Eta nik errege hitza bete behar dudanez, harekin ezkonduko zara berehala.

Baina printzesak protesta egin zuen eta esan zuen ez zegoela artzain batekin ezkontzeko prest, hiru gauza egiteko gai ez bazen behintzat. Bestela, hil egingo luke. Artzainak galdetu zuen zeintzuk izango zirela egin beharreko probak, eta printzesak horrela erantzun zion:

-Lehenengo, ehun erbi eraman behar dituzu mendira, bazkatzera jarri eta arratsaldean itzuli, bat ere galdu gabe. Horrela, hiru egunez. Ondoren, gela batean ehun ogirekin sartu behar duzu, eta denak egun batean jan. Eta, hirugarrenik, berrehun fanega zerealetik 100 gari-ale eta 100 garagar-ale berezi behar dituzu gau batean.

Eta oraindik ere printzesak beste gauza bat gehitu zuen:

-Azkenik, zaku handi bat bete beharko duzu gezurrekin, inork ez dezala esan egia izan zitekeenik.

Artzaina buru makur atera zen jauregitik, uste baitzuen asmakizunak ez ziola ezertarako balio izan, sorgin batekin topo egin zuenean.
– Zergatik zaude hain triste, gizona?

Artzainak gertatutakoa kontatu zion, eta orain zer egiteko eskatzen zioten, eta berak esan zion:

-Ez larritu horregatik, nik lagunduko dizut. Hartu txirula hau eta atera bihar ehun erbiekin. Ez izan kezkarik nahi duzun tokitik korrika egiteko. Gauez, flauta jo besterik ez duzu egin behar, eta denak joango dira korrika zu zauden lekura.

Halaxe egin zuen artzainak. Goizeko zortzietan bere ehun erbiekin joan zen eta egun osoan ez zen horretaz arduratu. Gauez, flauta jo zuen, eta berehala aurkeztu ziren denak, eta haren atzetik joan ziren jauregira.

Printzesa eta mundu guztia liluratuta geratu ziren eta esaten zuten:
«Zelaian erbi bat ere ez galtzeko nola moldatuko ditu honek?».

Hurrengo egunean, erregeak morroietako bat bidali zuen, erbi bakarra izan arren ere kentzea lortzen ote zuen.

Morroiak artzainari esan zion erbia bat erosten ziola, eta, beraz, artzainak esan zion ez zuela saltzeko inolako interesik, ez zuela inondik inora salduko.

Erregeak orduan bera joatea erabaki zuen, baserritarrez mozorrotuta. Artzainak ezagutu zuen erregea, baina  ez zuen ezer esan. Erregeak galdetu zion zenbat nahi zuen erbi batengatik, eta orduan artzainak esan zion:

-Ez dut dirurik nahi, baizik eta zuk muxu bat ematea ipurzuloan.

Erregea bat-batean haserretu egin zen, baina gero pena merezi zuela pentsatu zuen, alabak artzain batekin ezkondu behar ez izateko. Beraz, muxu bat eman zion ipurzuloan, eta artzainak erbi bat eman zion orduan.

Baina erregea bere jauregira itzuli zenean erbia besoetan zuela, artzainak bere flauta jo zuen eta erbiak brinko bat jo eta mutikoa zegoen lekura korrika abiatu zen.

Erregeak orduan esan zuen:

-Ondo da. Lehen proba gainditu duzu. Orain, logela batean ehun ogirekin sartuko zaitugu, egun bakar batean jan ditzazun. Artzaina oso triste jarri zen berriro, baina sorgina agertu zen, eta esan zion:

-Ez kezkatu, gizona. Flauta jo besterik ez duzu egin behar, eta hegaztiak etorriko dira eta ehun ogiak jan egingo dituzte.

Eta halaxe egin zuen artzainak. Txirula jo zuen eta, momentuan, mota guztietako txori asko sartu ziren leihotik. Ehun ogiak txistu bizian jan zituzten, apurrarik utzi gabe.

Erregeak, orduan, artzaina ehun anega gari-ale eta ehun anega garagar-aleekin nahastuta gau bakar batean bereizteko gai zen. Artzaina oso triste jarri zen berriro, baina sorgina agertu zitzaion eta esan zion:

-Zuk flauta jo eta lotara joan. Laster inurriak etorriko dira gari-aleak eta garagar-aleak bereiztera.

Eta, hain zuzen, artzaina goizean esnatu zenean, bi pila ikusi zituen gelaren alde batean eta bestean, bakoitza gauza batekin. Erregearen aurrean eta gortearen aurrean aurkeztu zen, eta hiru probak gaindituta zituela esan zuen.

-Bai -esan zuen erregeak. Baina zaku handi bat gezurrez betetzea falta zaizu, inork ez dezala esan egia izan zitezkeenik.

-Ondo da -erantzun zuen artzainak. Bada, hau eta hau -harekin oheratutako bi dontzeila aipatzen- zakuan sartzen joan daitezke, haiekin lo egin baitut ezeren truke. Eta printzesa ere bai, harekin lo egin baitut agindutakoa bete gabe. Eta erregea ere bai, eman nion erbi baten truke muxu bat 

-Nahikoa da! Nahikoa da! – erregeak garrasi egin zuen. Zakua beteta dagoela, beteta dagoela.

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