Logo Baluebe Sin Fondo

Ipuina: "Juan hartza"

Cuento: "Juan el oso"

Cuento de tradición oral:

JUAN EL OSO


1.-Hace ya mucho tiempo vivía en un pueblo muy lejano una muchacha que se dedicaba
a cuidar ganado. Un día se le perdió una vaca y se puso a buscarla por todas partes; sin
darse cuenta llegó a un monte que estaba muy lejos de su casa. Allí le salió un oso, la
cogió y se la llevó a su cueva. Después de estar viviendo con él algún tiempo, la
muchacha tuvo un hijo. El oso, que nunca dejaba salir de la cueva ni a la madre ni al
hijo, les traía de comer todos los días, teniendo que poner y quitar una gran piedra con
la que tapaba la entrada de la cueva.
Pero el niño fue creciendo y haciéndose cada vez más fuerte. Un día, cuando ya tenía
doce años, levantó la enorme piedra con sus brazos y la quitó de la entrada, para poder
escaparse con su madre. Cuando ya salían de la cueva, apareció el oso. Entonces el
muchacho cogió otra vez la piedra, la arrojó al animal y acertó a darle en una pata de
forma que se quedó en su cueva para siempre.


2.-La madre regresó al pueblo con su hijo, que se llamaba Juan. Lo puso en la escuela,
pero como era tan grande y tan peludo, todos los chicos le llamaban oso, le gritaban y le
hacían gestos como que era un oso, le insultaban y él siempre se peleaba con ellos,
cuando el maestro les veía, siempre le echaba a él la bronca y le decía, ya podrás, con lo
grande que eres, entonces calmaba a los otros que estaban llorando y dejaban a Juan
solo y triste. Uno de aquellos días de broncas y regañinas, Juan se enfrentó al maestro, y
él llamó a su madre y le dijo que ya no podía ir a la escuela nunca más. El muchacho le dijo a su madre que quería irse del pueblo, que ya no aguantaba más
allí. Pidió que le hicieran una porra muy grande, era tan grande que tuvieron que
traérsela de la herrería en un carro tirado por cuatro mulas, pesaba siete arrobas. Pero el
la cogió como si nada.


3.-Por el camino se encontró con un hombre que estaba arrancando pinos y le dijo:
– ¿Tú quien eres?
– Yo soy Arrancapinos. ¿Y tú?
– Yo soy Juan el Oso, que voy con esta porra por el mundo y hago lo que quiero.
Dime, ¿Cuánto te pagan por arrancar pinos?
– Siete reales-contestó Arrancapinos.
– Bueno, pues yo te pago ocho.
Y se fueron los dos juntos. Un poco mas adelante vieron a un hombre que estaba
allanando montes con el culo. Juan el Oso le preguntó:
– ¿Tú quien eres?
– Yo soy el Allanamontes. ¿Y vosotros?
– Yo, Juan el Oso. Y éste es Arrancapinos. Dime, ¿cuánto te pagan al día?
– Ocho reales- contestó Allanamontes.
– Bueno, pues yo te pago nueve.
Y se fueron los tres juntos camino adelante.


4.-Cuando llegó la noche, Juan y Arrancapinos se echaron al monte a buscar comida y
dejaron a Allanamontes haciendo lumbre. Pero cada vez que prendía se acercaba un
duende y se la apagaba. Allanamontes le dijo:
– Como me vuelvas a apagar la lumbre te mato.
– ¡Hombre, qué bien! – contestó el duende-. ¿No sabes tú que esta es mi casa?
Entonces le tocó con una cachiporra y dejó congelado a Allanamontes, después se
ensució en los cacharros de la comida y se marchó.
Cuando regresaron Juan y Arrancapinos, se quedaron muy impresionados por lo que
estaban viendo, al poco rato Allanamontes se descongeló y se lo explicó.
– Está bien – dijo Juan el Oso -. Mañana se quedará Arrancapinos.
Cuando Arrancapinos estaba preparando el fuego, apareció de nuevo el duende y dijo.
– ¿No te enteraste ayer de que esta es mi casa?
Y sin decir más cogió la cachiporra, le tocó con ella y se quedó congelado. El duende
apagó el fuego, se ensució en las cacharros de cocina y se marchó.
Cuando volvieron los otros dos y se enteraron de lo que había pasado, Juan se enfadó
mucho, recordad que tenía mucho genio, y dijo:
– Mañana me quedaré yo.
Al día siguiente Juan el Oso hizo la lumbre y de nuevo apareció el duende diciendo:
– ¿Todavía no te has enterado de que esta es mi casa?
Cogió de nuevo la cachiporra para tocar a Juan, pero él fue mucho mas rápido y con su
gran cachiporra paró el golpe y el duende se declaró vencido. Después sacó un cuchillo
mágico, se cortó una oreja, que inmediatamente le volvió a crecer y se la entregó a Juan
el Oso, diciéndole:
– Cada vez que te encuentres en un apuro, sacas la oreja y la muerdes.
Cuando volvieron los otros dos, Juan el Oso les dijo que habían sido unos cobardes por
no enfrentarse al duende y que él había conseguido no sólo que le dejara encender el
fuego sino que además le había hecho un curioso regalo.


5.-Otro día llegaron los tres a un monte lleno de pinos y como tenían mucha sed, Juan el
Oso les dijo:
– A ver si es verdad lo que sabéis hacer. Primero tú, Arrancapinos, tienes que
arrancar todos los pinos. Y luego, tú Allanamontes, tienes que allanar el monte.
Y después yo haré un pozo para poder beber agua.
Así lo hicieron. En un momento Arrancapinos dejó todo el monte pelado y
Allanamontes se puso a moverlos y aplastar la tierra con el culo hasta que todo quedó
liso como la palma de la mano. Entonces Juan cogió su gran porra y de un solo golpe en
el suelo abrió un pozo muy hondo. Se asomaron los tres, pero era tan hondo que solo
vieron la oscuridad. Juan el Oso dijo:
– Ahí tiene que haber algo. Vamos a echar una cuerda y lo veremos. Primero
bajará Arrancapinos con una campanilla y, cuando vea algo, la tocará para que
lo saquemos.
Pero antes de llegar al fondo, Arrancapinos sintió mucho frío y tocó la campanilla.
Luego bajó Allanamontes, y sintió mucho calor y también tocó la campanilla para que
lo subieran. Por fin bajó Juan el Oso, que llegó hasta el fondo, donde había una cueva
con tres puertas.
De pronto se abrió una de las puertas y apareció una muchacha. Juan le preguntó
que quien era y ella le contestó:
– Soy una princesa y estoy aquí encantada por un gigante desde un día que me
atreví a tocar un manzano que había en el jardín del palacio y al que mi padre
me tenía prohibido acercarme. Fue entonces cuando se abrió la tierra y me tragó.
Ahora tú tampoco podrás salir de aquí.
– Eso ya lo veremos – contestó Juan el Oso.
Y no había terminado de decirlo, cuando salió por la puerta un toro bravo, que se fue
furioso hasta él. Pero Juan levanto su gran porra de siete arrobas y de un solo golpe lo
derribó. Luego se abrió otra puerta y de ella salió una serpiente. Juan el Oso no se lo
pensó dos veces y le dio con su porra en la cabeza y se quedó completamente atontada.
Por último se abrió la tercera puerta y de ella salió un gigante gritando:
– ¡A carne humana me huele! ¡Desgraciado! ¿Cómo te atreves a entrar en mi cueva?
El gigante se abalanzó contra él pero Juan aún no había soltado su porra de siete arrobas
y le dio tal golpe que se quedó tendido en el suelo.
Cuando la princesa se vio libre, le entregó a Juan una sortija que llevaba y le dijo que se
había enamorado de él por su fuerza y su valentía.
Juan le amarró la soga por la cintura y tocó la campanilla para que los otros la subieran.
Así lo hicieron, pero, cuando la princesa ya estaba arriba, Arrancapinos y Allanamontes
no volvieron a echar la soga y se llevaron a la princesa.


6.-Cuando Juan se cansó de tocar la campanilla, se dio cuenta del engaño y se sintió de
nuevo abandonado, estuvo varias horas dando vueltas a la cueva, de repente se metió las
manos en los bolsillos y encontró la oreja del duende, la sacó y aunque le daba un poco
de asco morder aquella oreja tan verde y tan cruda, la mordió y en ese mismo momento
apareció de no se sabe donde el duende de la hoguera y un montón de enanillos
dispuestos a ayudarle. En seguida lo sacaron de la cueva, le dieron un traje nuevo y un
caballo volador, con el que pudo llegar al palacio en el mismo momento que el rey se
estaba decidiendo a casar a su hija con Arrancapinos o con Allanamontes, ya que ellos
decían que habían desencantado y rescatado a la princesa. La princesa insistía en que no
eran ninguno de los dos y que a quien ella quería estaba en el fondo del pozo y era
necesario ir a buscarle allí, pero ya sabéis que a las princesas de los cuentos antiguos,
casi nunca se les hace caso así que ella rabiaba y pataleaba y decía que nunca se casaría
con ninguno de los dos.


7.-Juan el Oso se metió entre la gente, y ni siquiera la princesa le conoció al principio,
ya que con el traje nuevo estaba mucho mas guapo. Por fin, se acercó a ella y le enseñó
la mano con la sortija que ella le había dado cuando estaban en la cueva. Entonces la
princesa exclamó:
– ¡Este es el que yo escojo, porque éste es el que me ha desencantado y salvado
del gigante!
El rey y toda la corte se quedaron sorprendidos, pero les convenció el anillo que llevaba
y la alegría con la que le abrazaba la princesa.
Arrancapinos y a Allanamontes les pusieron a trabajar en lo que mejor sabían hacer y la
princesa y Juan el Oso se marcharon juntos a recorrer el mundo ya que estaban cansados
de los pozos y las cuevas, de gigantes y encantamientos, pero se llevaron la oreja del
duende porque en los viajes por el mundo te pueden suceder muchas cosas.


[Adaptado de Almodóvar, A.R., (1984). Cuentos al amor de la lumbre Madrid:
Ediciones Generales Anaya]

Contacta con Nosotros:

Balleneros 3 ( Donostia / San Sebastián )
943 446 847 | 635 746 536

Eskerrik asko / Gracias

Eskerrik asko ipuin-saioetan izena emateagatik. Ahalik eta azkarren jarriko gara zurekin harremanetan.

Balueubeko giza taldea

Gracias por inscribirse a las sesiones de cuentos. Nos pondremos en contacto con usted en la mayor brevedad posible.

El equipo humano de Baleube.

Eskerrik asko / Gracias

Eskerrik asko gure Ikastaroan izena emateagatik. Ahalik eta azkarren jarriko gara zurekin harremanetan.

Balueubeko giza taldea

Gracias por Inscribirse a nuestro Curso. Nos pondremos en contacto con usted en la mayor brevedad posible.

El equipo humano de Baleube.